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El verano, esa estación tan idealizada, suele ser sinónimo de vacaciones, descanso, sol y tiempo en pareja. Pero también es, paradójicamente, una de las épocas con más rupturas sentimentales del año. Sí, así como lo lees: mientras muchos sueñan con escapadas románticas, otros empiezan a empacar no maletas, sino despedidas.

Las cifras no mienten

Estudios realizados en España, Reino Unido y Estados Unidos revelan un mismo patrón: las rupturas de pareja aumentan en verano. Según el Consejo General del Poder Judicial de España, los divorcios crecen hasta un 30% tras el verano, especialmente entre septiembre y octubre, justo después de las vacaciones.

El Institute for Family Studies de EE.UU. también encontró que marzo y agosto post-vacaciones de invierno y verano son los dos picos anuales de solicitudes de divorcio. ¿Casualidad? En absoluto.

¿Por qué el verano separa tanto?

Desde mi experiencia como terapeuta de parejas, estos son los detonantes más frecuentes en esta época:

  1. Más tiempo juntos, menos evasión
    La rutina protege muchas relaciones. Pero en vacaciones, los silencios se agrandan. Lo que se evitaba con trabajo o hijos, ahora se vuelve evidente.
    Ejemplo: Marta y Luis, casados 12 años. En sus vacaciones en la costa, sin pantallas ni excusas, se dieron cuenta de que ya no sabían hablarse con amor.
  2. Expectativas no cumplidas
    Se espera que las vacaciones arreglen lo que todo el año se ha ignorado. Pero el amor no se improvisa, y la frustración se multiplica.
    Ejemplo: Clara organizó un viaje romántico por Italia para recuperar la chispa. Volvieron distantes, en silencio… y con los papeles de separación en mente.
  3. Infidelidades de verano
    Aquí va el tema tabú: el sexo.
    El calor, el relax, el alcohol, el cuerpo más expuesto, la adrenalina del “nuevo comienzo”… todo despierta fantasías y deseos dormidos.

Según datos de Ashley Madison, la web más usada por personas casadas para buscar encuentros, julio y agosto son los meses con más registros nuevos.
Más del 45% de los inscritos reconocen que el motivo principal es «la monotonía sexual con su pareja», y un 30% adicional lo asocia a fantasías nunca habladas.

Ejemplo real: Un empresario de 47 años me confesó que siempre fue fiel, pero que después de 20 años con la misma persona y «cero vida sexual», el verano en la playa con amigos le ofreció una oportunidad que no supo (o no quiso) evitar.

  1. Despertar de deseos y fantasías
    No todo es infidelidad. Muchos simplemente sienten que el deseo por su pareja ha muerto. Y el verano, con su carga erótica, solo les recuerda todo lo que no tienen.

Lo no hablado se convierte en bomba de tiempo. La falta de intimidad, el rechazo, la vergüenza de pedir lo que se desea… todo eso crea distancia.
Ejemplo: Laura, 38 años, me dijo: “Llevamos dos veranos sin tener sexo. En vacaciones dormimos en camas separadas. No me siento deseada. Y ya me cansé de esperar.”

  1. Reencuentro con uno mismo
    Hay quienes, en medio de un amanecer en la playa o un paseo a solas, sienten algo claro: “Estoy mejor sola que mal acompañada.”
    Y eso también es válido. ¿Qué se puede hacer antes de que el verano destruya una relación?

Aquí van herramientas prácticas para evitar que el calor derrita tu vínculo:

  1. Planificar tiempo de calidad real, no solo actividades

Una buena agenda de pareja no es ir a 20 sitios, sino tener espacios para conversar, para el contacto físico, para la complicidad.

Reto de pareja: 30 minutos al día sin móviles, hablando de todo menos hijos o trabajo.

  1. Hablar abiertamente de lo sexual

No se trata solo de tener sexo, sino de sentirse deseado/a.
Pregúntale a tu pareja:
¿Qué te gustaría probar este verano juntos?
¿Qué sientes que hemos perdido en nuestra intimidad?
¿Qué te gustaría que yo entendiera sobre tu deseo?

  1. Hacer una revisión emocional antes de salir de vacaciones

Ejercicio: Cada uno escribe tres cosas que le gustaría mejorar en la relación durante las vacaciones. Luego, lo comparten con respeto.

  1. Buscar ayuda profesional antes de que estalle la crisis

Pedir ayuda no es símbolo de debilidad. Es muestra de compromiso.
Una sesión a tiempo puede evitar una ruptura innecesaria.
Yo he acompañado a parejas al borde del abismo que hoy han construido un nuevo vínculo, más sano y más real.

Reflexión final:

El verano no rompe relaciones. Las revela.
Nos quita las distracciones, el ruido, los disfraces.
Y si no hay diálogo, deseo, complicidad ni respeto, el sol simplemente lo expone.

Pero si hay voluntad, el verano también puede ser la estación del reencuentro.

No esperes a que se derrita lo que puede transformarse.
Busca ayuda. Inicia conversaciones. Recuerda que una pareja no se rompe de golpe… se desgasta en silencio.